lunes, 29 de noviembre de 2010

He llegado a ese punto

Sí, he llegado a ese punto. Ese al que sabes que llegarás pero esperas que esta vez no sea así. O como mínimo, esperas que llegue más tarde… Sí, he empezado a pasar de la compra colectiva.

El primer post de este blog se lo dediqué a este gran invento de la comunidad on-line: un sistema de compra basado en el por mayor y en la reducción económica que supone. Buscas una oferta, encuentras el número de personas necesarias para conseguir el descuento y ¡tachán! productos, actividades y servicios a muy buen precio.

La verdad es que nunca he llegado a comprar nada, pero me alegraba mirar las ofertas diarias que recibía directamente en mi e-mail y que me ofrecían la posibilidad de un fin de semana de lujo a buen precio, tratamientos de algas 2x1 o una cena en un restaurante indio-chic con un 70% de descuento. Me gustaba imaginar cuándo podría utilizar estas promociones y, aunque en ese momento no lo comprara, sabía que más adelante, el día que realmente buscase algo de todo eso, podría encontrarlo en los diversos portales en los que me había inscrito. Pero algo pasó esta semana.

No sé si es porque empiezo a notar que se acaba el trimestre y nos aprietan por todos los sitios, pero mi tiempo se ha reducido notablemente. Estoy enganchada a Internet pero para comprobar cada dos por tres el hotmail y ver qué dicen mis compañeros de la universidad sobre trabajos, exámenes y prácticas. Teniendo el correo tan ocupado y saturado, he empezado a borrar todos aquellos e-mails que me parecían más irrelevantes. Primero, empecé por todos los que son publicidad de productos que nunca me han interesado (y que no sabes cómo han conseguido contactar contigo). Después, dejé de mirar los correos de los productos que me interesaban, es decir, que Ryanair, Adobe y Cinesa “going to trash”, entre otros muchos. Y, ahora, “chau” a la compra colectiva. Directamente ni me fijo en los asuntos de sus correos. Se han convertido para mi en los temidos “correo no deseado”.


Todo esto me hace reflexionar sobre cómo de efectivas son las campañas de mailing. Cada día recibo entre 5 y 10 correos de publicidad. Al principio los leía prácticamente todos. Luego, empecé a abrirlos pero con el título ya me bastaba para decidirme a no seguir leyendo. Y, finalmente, hoy por hoy, los borro prácticamente todos y la excepción es algún que otro correo que me llama un poco más la atención. Es raro porque fui yo, en su momento, quien decidió pedir información y, no sé si es porque la gente cambia o porque los nuevos productos ya no son tan interesantes, ahora me parece tener el correo lleno de e-mails que no necesitaba. Supongo que es la primera de las dos opciones, mi cambio de ritmo vital, pero la pereza se apodera de mi cuando pienso en darme de baja de las newsletters o de las bases de datos de estas empresas y termino por pensar que lo más fácil es, seguir borrando.

Así que, si a más personas les pasa como a mí, y si somos un número considerable, estas campañas son efectivas los primeros días pero, al transcurrir algunas semanas, bajan espectacularmente su notoriedad para el usuario. Quizás los anunciantes deberían pensar en nuevos modelos de mailing basados en el tiempo, de manera que al pasar algunas semanas o meses, pudieras sorprenderte al encontrar un correo que no esperabas y que realmente llamara tu atención. De esta manera, conseguirían mantener un contacto más eficaz con su público y nosotros estaríamos más dispuestos a invertir tiempo en nuestro proyecto común.

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